miércoles, 31 de octubre de 2012

La calabaza y el bosque encantado


  
Érase una vez una calabaza que era naranja, con los ojos marrones y tenía el pelo largo. Ella era Calabacita. Un día en la puerta de la casa de Calabacita llegó su mejor amiga, se llamaba la diablesa Evita. Ella iba con un vestido negro, su pelo largo y negro y era muy comitida. La diablesa Evita le dijo a Calabacita que si podian dar un paseo por el sendero. Calabacita le dijo no sé... no sé … porque por ahí he oído que hay un malvado esqueleto. Se llama el esqueleto Filipino, era un esqueleto muy delgado, que nos daba mucho miedoooooo. Pero... la diablesa Evita, al ser tan valiente, se fue ella sola por aquél sendero. Calabacita era ávara. Lo que Calabacita le estaba ocultando a la diablesa Evita es que por el sendero había un hábita. Cuando la diablesa Evita pasó por allí, se quedó asombrada y estuporada. No sabía qué hacer, conrriendo se fue a buscar a Calabacita. Calabacita y la diablesa Evita tuvieron una gran disputa. Al rato se perdonaron y volvieron a empezar el sendero. Al llegar al castillo del esqueleto Filipino, las dos estaban muy asustadas, pero ellas eran tan osadas que no les daban miedo. Al llegar al castillo del esqueleto Filipino, las atrapó en una jaula con perros alrededor y cocodrilos por abajo. Calabacita y la diablesa Evita intentaron forcejear la cerradura. Al final lo consiguieron y se pudieron librar del esqueleto Filipino y no volver a verlo jamás.
                                     
               Fin                                                          

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